Este partido se podía considerar el tie break del 2007. Bela y Juan Martín venían sin sacarse ventajas, y en este partido, que jugaban separados, se podía decir que el que ganaba iba a ser el que más partidos ganados iba a tener… Pero no, dependen tanto uno del otro en la pareja, que el destino quiso que en Pehuajó tampoco se pudieran sacar ventaja.
El primer set fue 6/2 para Bela y Maxi, el segundo Roby y Juan levantaron y se pusieron 6/4, y en el tercero, con los jugadores saliendo a descansar 4/5 y saque de Bela…¡se cortó la luz! Pero no es que s cortó en el club, o en el barrio. Ni siquiera en Pehuajó. Un corte que involucraba a varias ciudades vecinas dio por terminado abruptamente el partido. Claro, como era un exhibición, y no era tan importante determinar un ganador para ver quién se quedaba con los puntos del campeón, se dio por terminado el partido con ese resultado: 6/2, 4/6, 4/5 y suspendido. Una nube que no empañó la fiesta de Pehuajó, donde unas ochocientas personas se dieron cita en el club San Martín, un club de pádel que debería tener una placa en la puerta: “Acá hizo sus primeros pasos Fernando Belasteguín”.
Y lo más importante del partido fue que los cuatro jugadores entendieron el grado de compromiso del partido, el equilibrio justo entre querer ganar y dar una exhibición. Jugar con los dientes apretados como lo hicieron es garantía de espectáculo para el público, pero a la vez arriesgar un poco de más generaba situaciones que la gente presente disfrutaba con ganas.
Así terminó esta primera Copa Ciudad de Pehuajó, con cuatro jugadores que la pasaron bien e hicieron que el público la pasara muy bien con sus genialidades, con un Fernando Belasteguín (“el hijo del cabezón” para la gente de Pehuajó) que estuvo en todos lados (y no me refiero a todos lados adentro de la cancha, sino en todos lados antes durante y después del partido, armando la cancha, probando sonido, preparando la cena para los jugadores y los que íbamos de afuera…tuvo que trabajar el Bela!) y que disfrutó cada momento, hasta los que sufrió, y con un pueblo pehuajense que volvió a ver a su hijo pródigo peloteando con unos amigos antes de que vengan a sacarlo los del turno de las once (que esta vez, como lo conocían, lo dejaron jugar un poquito más).
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